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Carta a un viejo amigo

Estimado amigo: no sé si te habrás percatado del extraño olor que a veces se percibe en los soportales contiguos a la cafetería de la facultad de filosofía de mi universidad. Serías afortunado si no tuvieras en tu memoria los olores de los que hablo, sobre todo si dicha potencia no te representa los efectos concomitantes de las causas de aquellos. Seamos claros, ya que prefiero suponer tu feliz ignorancia. Mucha gente hace uso de lisérgicos. Habría pues que preguntar si lo que ocurre no es, más bien, que la gente hace uso de ella misma. Pero, contingencias aparte, es un hecho que esto acaece por estos lares. En tu próxima visita no necesitarás traer una mascarilla; aunque no por eso no habrás de resguardarte. Acaso preguntas de qué. Anticipándome a tu pregunta, te daré una respuesta: debes proteger lo que eres de lo que te aleja de ti mismo. Muchos vagabundean por el mundo sin ser conscientes de lo que son, y en los peores casos, sin serlo de lo que hacen. Por tanto, cuída

Amanecer en la República (II)

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Bruto calló. Se produjo un silencio y prosiguió: -Esta noche nos hemos reunido para aclarar algunas partes del plan- explicó mientras observaba a los treinta romanos que se habían reunido en su casa.

Periodistas-alcachofa, abanderados de la oligarquía.

Si algún día por cualquier motivo buscare sumirme en la más desesperada, mas no inesperada, depresión, acudiría al sofá de turno, depositaría mis posaderas sobre la promesa autodestructiva de no levantarme y encendería ese nocivo objeto conocido como televisión. Si Dios se hubiera apiadado de mí, probablemente habría provocado un corte de luz o algún accidente doméstico en orden a que dicho distractor dejara de ser una perentoria amenaza, pero en esta ocasión parecerá que Dios quiere probarme. Llegados a este punto abrazaré el mando a la voluptuosa manera que envuelve a pecado lujurioso, y pondré en práctica esa común auto-aniquilación del género humano conocida como “zapping”. En este infausto devenir, perdida ya cualquier ambición vital, encontraría un programa de periodistas, tal vez fuera aquel quien me encontrare, para entregarme a mi óbito intelectual; porque, nada hay mejor que escuchar a un periodista para desdeñar cualquier remusgo de profundidad o trascendencia. Si algui

Voy de Desigual (lalalalala), todo me da igual

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El calor calentaba las aceras de la ciudad. Una piedra transmitía la antigüedad de la que fue capital de Italia; la majestuosidad de un Medici y la belleza del Renacimiento. Solo con una piedra ¡imagínate con el resto!

Su mirada.

Cuando te miro veo unos ojos oscuros y grandes. Una sombra perturba esa mirada y me desconcierta. Veo algunas de tus miradas y son aparentemente cercanas, pero no como eran antes. Tu mirada se mostraba consciente de tu debilidad y obsesiva por retener en ti lo que tanto anhelabas. Ahora temes ser portador de un don demasiado grande y tienes dudas. Tu figura se muestra tranquila, pero son tus palabras las que delatan tu tormento interno. Luchas e intentas mantener la compostura, pero a veces pierdes en aquellas peleas. Pierdes tanto que estás perdiéndote y dejando escapar lo hermoso que hay en tu día a día. Me da la sensación de que has olvidado el sentido de tu caminar. Mis ojos te miran y mi aliento te suscita ligereza en tu pesar. Miro más allá y podría ser un principio estupendo, pero eres tan rígido que pierdes rápidamente el ritmo. Soy lo que te falta y no eres capaz de dejarme entrar. Estoy llena de esperanzas y de sólidos pilares que no caen con facilidad. Mi mirada no teme enfr

Amanecer en la República

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La lluvia caía en la cabeza. El sudor, producido por la media hora corriendo, se mezclaba con las gotas de lluvia que resbalaban por la cara. El barro comenzaba a meterse en las sandalias y surgían las primeras rozaduras en los dedos. Él no notaba nada. Torció a la izquierda; mantuvo la velocidad; las calles estaban vacías, solo se escuchaba el sonido de su respiración atropellada.

"Amicitia dignitas is"

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La amistad es una relación que requiere ciertos pasos. A diferencia de la unión familiar o matrimonial, en la amistad no hay lazos naturales que la sustenten.