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Mostrando entradas de agosto, 2017

Periodistas-alcachofa, abanderados de la oligarquía.

Si algún día por cualquier motivo buscare sumirme en la más desesperada, mas no inesperada, depresión, acudiría al sofá de turno, depositaría mis posaderas sobre la promesa autodestructiva de no levantarme y encendería ese nocivo objeto conocido como televisión. Si Dios se hubiera apiadado de mí, probablemente habría provocado un corte de luz o algún accidente doméstico en orden a que dicho distractor dejara de ser una perentoria amenaza, pero en esta ocasión parecerá que Dios quiere probarme. Llegados a este punto abrazaré el mando a la voluptuosa manera que envuelve a pecado lujurioso, y pondré en práctica esa común auto-aniquilación del género humano conocida como “zapping”. En este infausto devenir, perdida ya cualquier ambición vital, encontraría un programa de periodistas, tal vez fuera aquel quien me encontrare, para entregarme a mi óbito intelectual; porque, nada hay mejor que escuchar a un periodista para desdeñar cualquier remusgo de profundidad o trascendencia. Si algui

Voy de Desigual (lalalalala), todo me da igual

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El calor calentaba las aceras de la ciudad. Una piedra transmitía la antigüedad de la que fue capital de Italia; la majestuosidad de un Medici y la belleza del Renacimiento. Solo con una piedra ¡imagínate con el resto!

Su mirada.

Cuando te miro veo unos ojos oscuros y grandes. Una sombra perturba esa mirada y me desconcierta. Veo algunas de tus miradas y son aparentemente cercanas, pero no como eran antes. Tu mirada se mostraba consciente de tu debilidad y obsesiva por retener en ti lo que tanto anhelabas. Ahora temes ser portador de un don demasiado grande y tienes dudas. Tu figura se muestra tranquila, pero son tus palabras las que delatan tu tormento interno. Luchas e intentas mantener la compostura, pero a veces pierdes en aquellas peleas. Pierdes tanto que estás perdiéndote y dejando escapar lo hermoso que hay en tu día a día. Me da la sensación de que has olvidado el sentido de tu caminar. Mis ojos te miran y mi aliento te suscita ligereza en tu pesar. Miro más allá y podría ser un principio estupendo, pero eres tan rígido que pierdes rápidamente el ritmo. Soy lo que te falta y no eres capaz de dejarme entrar. Estoy llena de esperanzas y de sólidos pilares que no caen con facilidad. Mi mirada no teme enfr

Amanecer en la República

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La lluvia caía en la cabeza. El sudor, producido por la media hora corriendo, se mezclaba con las gotas de lluvia que resbalaban por la cara. El barro comenzaba a meterse en las sandalias y surgían las primeras rozaduras en los dedos. Él no notaba nada. Torció a la izquierda; mantuvo la velocidad; las calles estaban vacías, solo se escuchaba el sonido de su respiración atropellada.